La policía al llegar al lugar, tras una denuncia efectuada por la abuela materna de la víctima y guiada por el propio padre, se encontró con el peor escenario posible: el cuerpo del recién nacido estaba enterrado en un pozo de aproximadamente 45 centímetros de profundidad, envuelto en tres bolsas de nylon, mientras que en otro envoltorio estaba la placenta.Los peritajes complicaron la situación del padre de la criatura. “Las lesiones confirman los golpes, aunque todavía no se ha podido determinar si ocurrieron durante los últimos instantes del embarazo o cuando el bebé ya había nacido”, dijo a La Nación el comisario Fabián Gallo de la Distrital de Campana que investiga el caso.
Según algunas versiones, los padres de la criatura habrían hablado de una supuesta “pérdida” y el nacimiento sin vida de la criatura. El parto se realizó en la vivienda que la pareja tiene y, tras el nacimiento, el padre se habría alejado hacia otra habitación para luego indicar la muerte del pequeño, y posteriormente dirigirse hasta el descampado para enterrarlo. No obstante, otra de las hipótesis indica la posibilidad que a la pareja se le haya caído la niña de los brazos, golpeado contra el suelo y muerto producto del golpe.
La investigación está a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) Nº2 a cargo de Camilo Quiroga, que trata de determinar si el pequeño fue asesinado y luego enterrado, o si nació sin vida y sus padres se despojaron cruelmente de su cuerpo. La mujer del hombre detenido, de 28 años, permanece en su domicilio, aunque forma parte de la causa.
