lunes, 18 de julio de 2011

Semejanzas y diferencias entre el PAN, el radicalismo y el peronismo

Personalismo. Centralidad. Pragmatismo. Tres características que compartían el PAN, el radicalismo, y el peronismo. Roca, Yrigoyen, Perón. Tres fuertes liderazgos personalistas. El radicalismo y el peronismo respondían a un líder carismático; y el PAN, si bien tenía como insignia la modernidad en tanto ruptura con el orden hispano y una separación de la Iglesia Católica, supo construir su gobierno en base un liderazgo más tradicional basado en un sistema de representación invertido. Los tres partidos pese a sus diferencias creían encarnar a la Nación misma. El PAN lo hacía con el imperativo de orden y progreso; el radicalismo con la bandera del sufragio libre; el peronismo como la doctrina nacional y popular.

El sistema en el cual el PAN era el único actor dominante, era de una reducida diferencia entre representados y representantes, ya que votaba sólo entre el 2 y el 3% de la población. Tal como sostiene Natalio Botana, la estructura de poder era piramidal. En el vértice estaba el presidente con la función de gran elector y en el nivel medio los gobernadores que tenían una gran importancia al ser parte del sistema de negociaciones (por esa causa gozaban de autonomía). Se mantenía el conservadurismo en la esfera política, pero había democratización en el plano social (república poco republicana al decir de Halperin Donghi). Esa contradicción llevó a que el PAN inventara una legitimidad de origen: en lugar de cuestionar el principio de votación- no podía desligarse-recurría al fraude. Su política económica era pragmática: librecambista con los productos que no se producían localmente, proteccionista con los que sí. A partir de los ´80 se había consolidado el sistema mundial de división de trabajo y la Argentina adoptó el sistema agroexportador.

El radicalismo surgió como la contracara del régimen conservador. La legitimidad estaba basada en la voluntad popular nacida de las elecciones libres, a diferencia del PAN que la asentaba en el gobierno de la ley y en el respeto a las instituciones. La llegada del radicalismo al poder, con la sanción de la ley Sáenz Peña, permitió cierta representación de la clase media incipiente. Yrigoyen representaba la causa que entrañaba la purificación de la vida argentina. Pero- tal como señala José Luis Romero- "triunfante en las elecciones aceptó todo el andamiaje institucional que le había legado el conservadurismo: los gobiernos provinciales, el parlamento, la justicia, y, sobre todo, el andamiaje económico”. El radicalismo que en sus inicios se opuso al personalismo del PAN, una vez en el poder hizo lo propio. Para Yrigoyen la política se agotaba en sí misma. El partido era difícilmente separable de ese jefe político que sin haber hablado casi jamás en público logró gozar de una gran popularidad. El no poseer un programa político-recién se consumaría con la declaración de Avellaneda- le permitía aglutinar a sectores diversos.

El radicalismo llegó a considerarse a sí mismo como la nación. Tal como manifiesta Virginia Persello, “había una pretensión hegemónica que lo llevaba a circunscribir el campo de lo legítimo a su propia agrupación identificada con la nación y, por ende, a negarle en él un lugar al adversario constituido así en enemigo”. Así se había definido también el PAN; el peronismo llevaría este postulado aún más lejos.

La constitución del ’49 convirtió la doctrina peronista, en doctrina nacional. Estado y movimiento, movimiento y comunidad confluían en el líder quien era el encargado de formularla y ejecutarla de forma pragmática y flexible, con su arte de conductor personal e intransferible. A finales del ´54 Perón- tal como indica Juan Carlos Torre- intentó convertir al justicialismo en la expresión del verdadero cristianismo, independizado de la tradición católica y con frecuencia incluso en contra de ella.

Describir al peronismo es complejo, pero se puede establecer su esencia: centralismo; verticalismo (acentuado en la segunda presidencia); construcción de territorios y alianzas estratégicas; personalismo. Los sindicatos con Perón estaban totalmente subordinados al líder. Así lo demuestra la forzada renuncia de Luis Gay de la conducción de la CGT y la encarcelación de Cipriano Reyes. Jesús Bardero recalca que “no se concibe la unidad, sino como fortalecimiento del centro. El mismo no tendrá sólo un sentido unificador, sino también uniformador de costumbres, gestos y hablas”. El peronismo se basa en las masas, convocadas por un gran orador que hacía del uso de la radio un arte. La migración interna que hubo en la Argentina a partir del ’38 producto de la crisis de la agricultura pampeana, fue una de las bases del peronismo; a esas masas- al igual que a toda la sociedad- había que disciplinarlas en la doctrina peronista.

A diferencia del PAN y el radicalismo, el peronismo, sobre todo con el primer plan quinquenal, impulsó un Estado Benefactor y el desarrollo de la industria liviana gracias al traspaso de fondos del agro a la industria liviana mediante el IAPI. Aunque ya desde el ’30 había sustitución de importaciones, es un claro quiebre con los otros dos partidos. El segundo plan quinquenal, no obstante, volvería a la misma raíz: la agricultura como fundamento.

El PJ es un partido de gobierno y de territorios (lo mismo el PAN). Todos los partidos son pragmáticos, pero el peronismo hace de eso una definición. Sidicaro precisa: “Tiene una raíz ideológica de tipo romántica- populista que construye el mito de pueblo. La interlocución del jefe con el pueblo es mucho más libre que la de un liberal- democrático, que se relaciona con un supuesto ciudadano. El pueblo es más etéreo, controla menos y hace más libres a sus jefes”. Ahí radica la diferencia con el radicalismo. En efecto el PJ puede regenerarse rápidamente y despegarse de fracasos con rapidez, la UCR no. El PJ incorpora actores estratégicos, el radicalismo expulsa. A la postre: el PJ nació como partido de poder; la UCR como opositor.